Podemos admitir a “Boite-en-Valise” (“Caja-maleta”), creada por Marcel Duchamp entre 1941 y 1942, como el paradigma para definir el concepto de ‘Libro de artista’. En ella se reunían varias categorías: conjunto de objetos gráficos, contenedor de los mismos, apuntes y notas privadas, imágenes, fotografías de registro, agrupadas y protegidas para su traslado. Una valija que llevaba el resumen visual, dibujado, fotografiado, escrito, etc., de una visión del arte y, por consiguiente, de la vida. Esta reunión era otra clara expresión de los propósitos de su creador, y una nueva propuesta innovadora y también liberadora de cánones y estrategias visuales.
Como en tantas otras clasificaciones y nuevos encuentros que su genio provocó, esta idea de romper barreras y, a la vez, reunir diversidades, ha encontrado en los artistas que luego vinieron, un estímulo para desarrollar opciones, aventurarse por caminos aparentemente opuestos y romper ataduras estilísticas y académicas, logrando productos únicos y motivadores aún dentro de sus obras habituales y personales.
El breve conjunto que aquí se presenta muestra una adhesión hacia el objeto ‘libro’, tomado como eje para disgresiones e intervenciones que abarcan de lo ilustrador, iconográfico, a lo conceptual de referencia semiótica, del recuerdo y homenaje a la obra de Oquendo de Amat y sus “Cinco metros de poema” a la metáfora de ‘comerse el libro’, del vallejiano “piedra negra sobre una piedra blanca” a la reflexión sobre el tiempo y la fragilidad, sin olvidar el humor y la ironía.
Cada libro de artista es una reflexión personal abierta al mundo, sin las ataduras de estilos resueltos o modas imperantes. Es un ejercicio libre de creatividad, expresión y hasta confesión biográfica. En ellos reside su bienvenida presencia con ausencia de barreras e identidad de propósitos.
Lima, septiembre 2006
Elida Román
Como en tantas otras clasificaciones y nuevos encuentros que su genio provocó, esta idea de romper barreras y, a la vez, reunir diversidades, ha encontrado en los artistas que luego vinieron, un estímulo para desarrollar opciones, aventurarse por caminos aparentemente opuestos y romper ataduras estilísticas y académicas, logrando productos únicos y motivadores aún dentro de sus obras habituales y personales.
El breve conjunto que aquí se presenta muestra una adhesión hacia el objeto ‘libro’, tomado como eje para disgresiones e intervenciones que abarcan de lo ilustrador, iconográfico, a lo conceptual de referencia semiótica, del recuerdo y homenaje a la obra de Oquendo de Amat y sus “Cinco metros de poema” a la metáfora de ‘comerse el libro’, del vallejiano “piedra negra sobre una piedra blanca” a la reflexión sobre el tiempo y la fragilidad, sin olvidar el humor y la ironía.
Cada libro de artista es una reflexión personal abierta al mundo, sin las ataduras de estilos resueltos o modas imperantes. Es un ejercicio libre de creatividad, expresión y hasta confesión biográfica. En ellos reside su bienvenida presencia con ausencia de barreras e identidad de propósitos.
Lima, septiembre 2006
Elida Román
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